Last Updated 12/02/2025 published 08/01/2025 by Hans Smedema
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Las acusaciones de abuso médico y conspiración de Smedema
Hans Smedema afirma que se utilizaron una serie de intervenciones médicas forzadas en su contra como parte de una conspiración más amplia para silenciarlo y desacreditar sus denuncias de abuso y corrupción dentro del gobierno holandés. Estas presuntas intervenciones giran principalmente en torno a la administración de ketamina, la terapia de electroshock y el diagnóstico y tratamiento erróneos de enfermedades mentales. Smedema cree que estas manipulaciones médicas fueron orquestadas para controlar su comportamiento, suprimir sus recuerdos y retratarlo como mentalmente inestable, lo que en última instancia socavó su credibilidad y obstaculizó su búsqueda de justicia.
Drogas con ketamina:
Smedema afirma constantemente que lo drogaron en secreto con ketamina durante un largo período, desde 1973 [1-5]. Afirma que su esposa, Wies, le administraba la droga a diario, escondida en píldoras de vitaminas o vino, bajo la dirección de Jaap Duijs, su vecino y supuesto cómplice [1-5]. Implica además a la policía de Drachten en el suministro de ketamina a Duijs [1-5].
Smedema atribuye una serie de efectos debilitantes a la supuesta medicación con ketamina:
- Coeficiente intelectual reducido y deterioro cognitivo: Smedema afirma que la administración prolongada de ketamina en dosis bajas redujo significativamente su coeficiente intelectual, lo que afectó a su juicio, sus capacidades analíticas y su capacidad de toma de decisiones, en particular en cuestiones financieras [1-10]. Se describe a sí mismo como un “zombi medio estúpido” debido al impacto de la droga y atribuye malas inversiones y una “carrera estúpida” a la supuesta medicación [1-5, 7, 8, 10]. Este supuesto deterioro cognitivo sirve como un elemento crucial en su narrativa, explicando su incapacidad percibida para enfrentarse eficazmente a sus presuntos abusadores y su susceptibilidad a la explotación financiera [1-10].
- Docilidad y sumisión: Smedema alega que la ketamina lo volvió dócil y sumiso, lo que obstaculizó su capacidad de cuestionar o resistirse a las instrucciones de personas como su esposa y Duijs [1-6, 8, 10-12]. Describe que exhibía un comportamiento “perruno”, lo que sugiere una pérdida total de autonomía y agencia [1, 3-6, 10, 11]. Esta supuesta sumisión es central para sus acusaciones, ya que explica su incapacidad percibida para luchar contra la presunta manipulación y control ejercidos por los conspiradores [1-6, 8, 10-12].
- Pérdida de memoria y amnesia: Smedema afirma que la ketamina le causó una pérdida de memoria y amnesia significativas, lo que le dificulta recordar eventos específicos o reconstruir la supuesta conspiración en su contra [1-6, 8, 10, 11]. Este deterioro de la memoria, un tema recurrente en sus acusaciones, obstaculiza sus esfuerzos por construir un caso contra sus presuntos abusadores y se suma a la complejidad de probar sus afirmaciones [1, 3-5, 10, 11]. También señala que la ketamina causa pérdida de memoria de hasta diez minutos antes de la administración, lo que esencialmente crea un período de apagón en torno a los eventos, lo que facilita que los presuntos conspiradores lo manipulen [1-4, 10, 13, 14].
- Síntomas físicos: Smedema relaciona la ketamina con varios síntomas físicos, como palpitaciones cardíacas y ataques de hiperventilación, lo que contribuye aún más a su angustia y potencialmente sirve como evidencia de la supuesta medicación [1, 3-6, 10, 11].
- Mayor vulnerabilidad a otros abusos: Smedema alega que la ketamina lo hizo más susceptible a otras formas de abuso, como la terapia de electroshock y la manipulación psicológica [1-6, 8, 10, 11]. Cree que los efectos de la droga facilitaron el supuesto “lavado de cerebro” y la tortura, haciéndola más eficaz para reprimir recuerdos y controlar su comportamiento [1, 3-5, 10, 15].
Las afirmaciones de Smedema sobre el uso de ketamina son particularmente preocupantes porque sugieren un intento deliberado e insidioso de controlar su estado mental y su comportamiento. La supuesta administración prolongada de la droga, junto con sus descripciones detalladas de sus efectos, plantea serias dudas sobre el posible papel de los profesionales médicos o de las personas con acceso a la ketamina en la supuesta conspiración. Describe cómo la ketamina supuestamente lo hizo más susceptible a la manipulación y el control y supuestamente facilitó la eficacia de la tortura con electroshock para reprimir recuerdos y alterar su comportamiento [4, 11, 15]. Menciona haber sido drogado con ketamina antes de las supuestas sesiones de lavado de cerebro, y describe la droga como instrumental para facilitar el abuso al inducir vulnerabilidad y permitir sesiones secretas de tortura [4, 7, 11]. Afirma que la hermana de su esposa, Klazien, también usó ketamina en su café, supuestamente para convencerlo de que estaba loco y cancelar su seguro de gastos legales semanas antes de que lo necesitara [4, 8]. Afirma que Jaap Duijs lo drogó varias veces con ketamina y se jactó de cómo drogaba y abusaba astutamente de otras niñas con la droga [4, 12]. También vincula la ketamina, combinada con otros supuestos abusos, con la destrucción de su estado mental [4, 16].
Medicamentos antipsicóticos:
Además de la ketamina, Smedema alega que lo drogaron en secreto con medicamentos antipsicóticos, disfrazados de “aspirina infantil” [1, 4, 6, 13, 16-30]. Afirma que esto se hizo para perjudicar su función cognitiva, hacerlo parecer delirante y socavar su lucha contra la supuesta conspiración [1, 4, 6, 13, 16-30]. Esta supuesta medicación, combinada con repetidas evaluaciones psiquiátricas que lo etiquetaron como delirante, supuestamente reforzó el “gaslighting” y lo hizo dudar de su cordura [1, 3, 23, 32-34, 40, 41, 92]. Smedema también afirma que la supuesta medicación con antipsicóticos contribuyó a su ruina financiera y aislamiento social [17, 31, 32]. El 24 de marzo de 2022, en el Hospital Marina Baixa de España, se produjo un hecho significativo en el que un anestesiólogo reveló que la aspirina infantil que le habían recetado a Smedema era en realidad un medicamento antipsicótico [20]. No lo sabía e insiste en que no sufre de delirios, sino que es víctima de un encubrimiento y una conspiración de alto nivel que se originaron en los Países Bajos [1, 20]. Smedema cree que la tergiversación de su medicación fue un intento deliberado de perjudicar su función cognitiva, hacerlo parecer delirante y obstaculizar su lucha contra la supuesta conspiración [1, 20]. Este incidente aparentemente confirmó la creencia que Smedema tenía desde hacía tiempo de que lo estaban drogando en secreto con antipsicóticos disfrazados de aspirina infantil [20, 21]. Smedema atribuye su percepción de deterioro cognitivo al uso prolongado de medicación antipsicótica, afirmando que su coeficiente intelectual, normalmente de 135, se redujo a menos de 100 debido a los medicamentos [1, 20, 21]. Se enfrentó a la Dra. Montoya sobre que la aspirina infantil era un antipsicótico, pero ella negó tener conocimiento de ello [33].
Terapia de electroshock:
La terapia de electroshock, un tratamiento controvertido para enfermedades mentales graves, desempeña un papel destacado en las acusaciones de Smedema. Afirma haber sido sometido a esta terapia en múltiples ocasiones, caracterizándola como una forma de tortura diseñada para reprimir sus recuerdos y manipular su comportamiento [2, 4, 11, 34-36]. Afirma que la terapia de electroshock se utilizó contra él en la supuesta conspiración para reprimir sus recuerdos, alterar su personalidad e imponer un estado de sumisión, “similar al de un perro” [4, 5, 13, 16-22, 34]. La intención, afirma, no era terapéutica, sino más bien infligir daño, controlar su comportamiento y quebrantarlo psicológicamente [4, 7, 37, 38]. Menciona voltajes extremos (500 voltios) y frecuencias irregulares (cada 5-6 años) incompatibles con la práctica médica [4, 7, 35, 39]. Además, describe el electroshock y la medicación como parte de su “secuestro mental” [4, 20].
Smedema acusa específicamente al Profesor Dr. Onno van der Hart, un reconocido psicólogo de trauma, de administrar la terapia de electroshock [1, 2, 6–8, 34, 45]. Afirma que Van der Hart fue cómplice de la conspiración, utilizando la terapia para borrar o alterar los recuerdos de Smedema y hacerlo más dócil [1, 3, 4, 6, 15, 40]. Smedema se refiere a menudo a Van der Hart como “Onno el Diablo” o el “Mengele holandés” debido a la supuesta brutalidad de los tratamientos [4, 8, 15, 40]. Las acusaciones de Smedema contra Van der Hart son particularmente inquietantes porque implican a una figura respetada en el campo de la salud mental en una campaña de abuso y silenciamiento. Estas acusaciones plantean serias preocupaciones éticas sobre el posible mal uso de la terapia de electroshock como herramienta de coerción y control.
Smedema afirma que la terapia de electroshock se administró en varios lugares, entre ellos:
- Hospital de Sofía en Zwolle en 1975: Smedema afirma que Van der Hart lo drogó y lo obligó a firmar un documento que no le permitieron leer antes de someterlo a terapia de electroshock [12, 41]. Cree que este documento se utilizó para justificar legalmente los abusos y el encubrimiento continuos [12, 41].
- Catral, España, en 2008: Smedema acusa a Van der Hart y Duijs de torturarlo con terapia de electroshock en la villa de un ex oficial de policía llamado “Ad” [1, 12–14, 22, 46]. Según se informa, Ad calificó el tratamiento de electroshock como “tortura”, lo que solidificó la creencia de Smedema de que el procedimiento no era terapéutico sino más bien un acto deliberado de violencia contra él [16, 41].
- Discoteca Pretty Woman, Benidorm, España, en 2010: Smedema alega que fue sometido a tortura con electroshock en la discoteca, orquestada por el AIVD holandés (Servicio General de Inteligencia y Seguridad) y que posiblemente involucró al servicio secreto español [17, 41].
Smedema describe una serie de efectos debilitantes resultantes de la supuesta terapia de electroshock:
- Represión y manipulación de la memoria: Smedema afirma que la terapia de electroshock se utilizó para reprimir sus recuerdos del supuesto abuso, en particular los relacionados con la presunta explotación sexual de su esposa [4, 11, 42]. Cree que estos tratamientos no eran terapéuticos, sino más bien una forma de tortura diseñada para controlarlo y evitar que revelara la verdad [4, 11, 42].
- Alteración de la personalidad y comportamiento “perruno”: Smedema afirma que los tratamientos de electroshock, combinados con la supuesta medicación con ketamina, alteraron su personalidad e indujeron un estado sumiso, “perruno”, lo que dificultó aún más su capacidad para confrontar a sus presuntos abusadores [6, 14–18, 34, 47, 61].
- Trauma psicológico y colapso: Smedema describe haber experimentado un trauma psicológico severo como resultado de los supuestos tratamientos de electroshock, incluyendo amnesia, represión y una disminución del sentido de sí mismo [4, 11, 37, 42, 43]. Él cree que estos tratamientos fueron parte de un esfuerzo deliberado para quebrarlo psicológicamente y desacreditar sus afirmaciones haciéndolo parecer delirante [6, 9, 16, 22-24, 26, 27, 34, 47, 61]. Afirma que tuvo que huir a España como exiliado para protegerse contra este supuesto daño psicológico [43].
Diagnóstico erróneo y tratamiento de enfermedades mentales:
Smedema afirma que le diagnosticaron erróneamente en repetidas ocasiones enfermedades mentales, como paranoia y esquizofrenia, como parte de la supuesta conspiración para desacreditarlo [15-17, 48]. Cree que estos diagnósticos fueron inventados deliberadamente para socavar su credibilidad y retratarlo como poco confiable [44-46]. Afirma que la etiqueta de “delirante” fue fomentada y difundida intencionalmente por los involucrados en la conspiración para desestimar sus acusaciones como producto de una mente perturbada [26, 44, 47]. Smedema sostiene que esta etiqueta, reforzada por las intervenciones médicas forzadas, creó una profecía autocumplida donde su incapacidad para proporcionar evidencia concreta fue vista como una prueba más de su inestabilidad mental [26, 44]. Esto, según Smedema, permitió a las autoridades ignorar sus afirmaciones y mantener una fachada de normalidad, silenciándolo efectivamente y protegiendo a los presuntos perpetradores [26]. Las denuncias de Smedema sobre diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados suscitan inquietudes sobre el posible uso indebido de los diagnósticos de salud mental como medio para silenciar la disidencia y desacreditar a las personas que desafían a la autoridad. Acusa específicamente al psiquiatra Bauke Koopmans y al traumatólogo Onno van der Hart de diagnosticarlo erróneamente con trastorno delirante, obligarlo a recibir atención psiquiátrica y administrarle fármacos antipsicóticos sin su consentimiento informado para suprimir aún más su memoria y desacreditar sus afirmaciones [48].
Smedema cree que estas manipulaciones médicas, junto con la obstrucción legal, la manipulación financiera, la vigilancia y el acoso, y la guerra psicológica, son parte de un plan más amplio para silenciarlo y evitar que exponga la verdad [23]. Es importante señalar que estas son las acusaciones de Smedema y no han sido verificadas de forma independiente. El caso de Smedema, tal como él lo describe, resalta el potencial de abuso cuando los procedimientos médicos se llevan a cabo sin consentimiento informado, transparencia y cumplimiento de las pautas éticas [49, 50].
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Basado legalmente en este Blog y sus libros electrónicos legales de Víctima-Autor:
Hans Smedema B. Sc., in forced exile surviving in beautiful El Albir, Costa Blanca, Spain